Fátima Miranda siempre compuso y cantó su obra empleando insólitas técnicas vocales, inventadas o aprendidas de culturas tradicionales de Oriente y Occidente sobre un registro de 4 octavas. Con su voz llegó tan lejos, que lo extraordinario para ella en esta ocasión es llegar tan cerca, cantando como siempre lo hizo y también como nunca, canciones de toda la vida. Todo un reto.
El repertorio se ha elegido desde la certeza de lo que a uno le toca o le conmueve, sin afán de exhaustividad cronológica o temática. Melodías medievales, lamentos, lieds, cantos de chamanes o ragas, se entrelazan en perfecta armonía con standards de jazz, copla española, canción pop, fado o chanson, creando un mapa sin fronteras que a su vez se dirige a y emerge de la memoria colectiva.
Entre las múltiples maneras de entender el concepto de interpretación cabría destacar dos, una hermenéutica y poética con la que se identifica perVERSIONES, que tiene que ver con la idea de traducción y cuya meta es la experiencia, y otra, la más frecuente, conservadora, mimética y kitsch, no poética, que es simple remedo, refrito o tarjeta postal, cuyo objetivo es el mero entretenimiento, que no interesa en absoluto.
El concierto se estructura en 7 partes o atmósferas, cada una integrada por 3 ó 4 canciones. Contención íntima y extroversión se alternan, armonizando lo cotidiano y lo elevado, hacia un resultado lleno de gracia, unidad y sentido.
A la escenografía contribuyen las fotografías creadas ad hoc para perVERSIONES por el insigne Chema Madoz. La colaboración entre estos dos artistas nace de un especial entendimiento y de afinidades fundamentales. Ambos inclasificables, ingeniosos e irónicos. Los dos, amantes de lo sencillo y frágil llevado al límite del rigor y de la perfección, siempre al servicio de las ideas y del sentimiento poético. En las obras de Chema y de Fátima lo cotidiano deviene extraordinario, induciéndonos a una visión imaginativa y crítica de la realidad y a niveles de poesía y humor que nos brindan siempre un saludable terreno para la reflexión.
En escena una cantante, un pianista y un piano. Un escenario exento de todo efectismo: un magistral diseño de luces y un espléndido vestuario envuelven cada momento en su clima justo, y puntualmente un lento fundido de imágenes realizadas por Chema Madoz, flotando sobre un soporte no convencional, mas próximo a los visillos de una alcoba que a una pantalla. Lo musical y visual así como la dramaturgia quedan integrados en un todo sensitivo y orgánico
Miguel Ángel Alonso Mirón, pianista osado y riguroso, obsesionado por la interpretación escénica del repertorio vocal, es el músico perfecto para un concierto en el que el piano no es mero servidor de la voz, sino un instrumento multitímbrico, y en el que el pianista deviene performer en complicidad con Fátima, ofreciendonos juntos un espectáculo muy serio que destila juego, humor y poesía.
El título perVERSIONES, nos hace un guiño que encierra toda una declaración de principios y nos permite intuir cómo las canciones elegidas, populares o cultas, son capaces de aportarnos otro sabor, otra escucha, otro sentir…
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