Obras Las Voces de la Voz

A lo largo de las cuatro obras que integran Las Voces de la Voz, se emplea la voz no sólo en su forma tradicional hablada o cantada, sino también como instrumento de viento y de percusión, a partir de técnicas vocales aprendidas o inventadas por mí, con las que se cubre un registro superior a tres octavas. Mediante estos recursos se despliegan unas posibilidades de expresión que van del más transparente y angelical hilo de voz al alarido más salvaje.

En ninguna de estas piezas se pronuncian textos o palabras inteligibles. A base de un lenguaje abstracto fluyen atmósferas musicales melancólicas, meditativas, dramáticas o divertidas. Este comportamiento vocal diferente tiende a descartar deliberadamente la intervención de la palabra para reencontrar la función presintáctica del lenguaje y recuperar nuestras raíces sonoras y su dimensión orgánica, emocional y liberadora. Se difuminan así las fronteras entre el habla, el canto, la poesía, la composición, la improvisación y la interpretación, tras haber combinado en el proceso creativo: el estudio, el juego, la disciplina, el azar y la búsqueda lenta y reflexiva.

Dicen quienes ESCUCHAN este concierto que su imaginación les hace viajar a Africa, a India, a Japón, al mar, a la selva, a un templo, a un mercado o a un estudio de música electroacústica, ¿por qué no?. Todos tenemos de alguna forma una memoria inconsciente de las músicas y sonidos del pasado y de sensaciones asociadas, un almacén de todo lo que CONOCEMOS, pero de lo que no somos conscientes. Una escucha sutil ayuda a que lo más o menos escondido aflore.

Alterar códigos vocales sin valerse de prótesis electroacústicas, volver a “cantar” el grito, el lloro o la jerga infantil, recuperar lo perdido, recrearse en lo olvidado, seleccionar lo adquirido y desechar lo rancio, se me antoja como una manera de contribuir a modificar formas de percepción y por tanto de escucha y comunicación, y por tanto de música y de arte, y por tanto de ignorancia… y por supuesto de actitudes ante quienes nos desean uniformes, conformes ante la GRAN SORDERA.